Logopedia

La logopedia es definida según la RAE como “el conjunto de métodos para enseñar una fonación normal a quien tiene dificultades de pronunciación”. Sin embargo, la función del logopeda es mucho más amplia.

Una situación social, a priori gratificante, como una una comida familiar o salir a tomar algo, puede verse comprometida llegando a ser una situación generante de estrés para una persona con daño neurológico que presente alteraciones del lenguaje o disfagia, que es la dificultad para llevar a cabo una deglución segura.

Los problemas de comunicación están provocados por alteraciones en el lenguaje, que dificultan tanto la emisión como la comprensión del mismo. Esto genera que las personas que tienen secuelas de este tipo se vean aisladas con todas las consecuencias emocionales que esto conlleva.

La disfagia implica un riesgo vital real por compromiso de la vía aérea aumentando las probabilidades de sufrir infecciones respiratorias por broncoaspiración del alimento, malnutrición o incluso un atragantamiento. Para abordar este déficit se llevan a cabo maniobras deglutorias y adaptaciones en textura de alimentos para garantizar una

alimentación completa y segura.

El logopeda no solo es el profesional indicado para abordar los anteriores déficits, sino que también aborda el tratamiento respiratorio, parálisis facial, hiper o hipo sensibilidad oral, rehabilitación tras implantes cocleares, implantación de sistemas aumentativos y alternativos de comunicación cuando no es viable la comunicación oral, entre otros.


Por todo ello es evidente la importancia de la logopedia siendo una terapia que se centra en la persona y en su ámbito social para favorecer la independencia y funcionalidad.